El itinerario vital de John Henry Newman (1801 – 1890) es uno de los mayores ejemplos de trabajo intelectual de alto vuelo y libertad de conciencia desde las propias convicciones y valores, con un elevado costo vital y social. Newman nos revela en su Autobiografía no solo las tensiones en el ambiente anglicano de su época y su decisión de hacerse católico, con una prosa magistral; sino el ejercicio metódico, crítico, progresivo y recurrente que hacen de la propia vida ante Dios el primer objeto de conocimiento teológico. La teología como disciplina académica histórica, rigurosa y exacta muestra en el autor inglés su aspecto más apasionante en el amor a la verdad y en el impulso honesto hacia sus consecuencias en el ámbito de la decisión humana. El teólogo sirve a la precisión de los contenidos revelados y a los matices que ofrece la comprensión humana en el tiempo, pero su condición fundamental es la de un testigo cristiano que, paso a paso, humilde y pacientemente, implora del Señor la gracia de abandonar sus propias tinieblas y figuras y entrar en la Luz.