Dios: una gran palabra. Para algunos, una palabra vacía; para otros, una palabra temida; pero para un tercer grupo, bastante numeroso, fundamento y meta de la esperanza. Sobre este trasfondo, Walter Kasper se pregunta por la posibilidad de la experiencia y del conocimiento de Dios y, al mismo tiempo, reflexiona tanto sobre la ocultación de Dios como sobre el significado de la revelación. ¿Cómo cabe hablar de Dios de manera clara y comprensible?
Para Kasper, esto solo es posible a la vista del Dios concreto de la historia, del Dios de Jesucristo, del Dios que, como Espíritu Santo, da vida. Ello le lleva, por último, a desarrollar la doctrina del Dios trinitario, al Dios que en sí mismo es comunión y amor y hace al ser humano partícipe de esa su esencia.
«La pregunta por Dios y el mensaje sobre Dios es el punto de partida, el fundamento, el centro y el criterio de toda teología. Jesús vino a anunciar el Evangelio de la llegada del reino de Dios (cf. Mc 1,14s). Eso es lo esencial de su mensaje. Recordó el primer mandamiento del Antiguo Testamento (cf. Ex 20,3; Dt 5,7; 6,4-5), caracterizándolo como el precepto más importante, el que sintetiza todos los demás: amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma, con toda la mente y con todas las fuerzas, pero también amar al prójimo como a uno mismo (cf. Mc 12,29-31)». (Cardenal Walter Kasper, «Introducción a la nueva edición española»).