En la relación de Pablo VI con la Compañía de Jesús, se confundían a partes iguales un aprecio inequívoco, gran amor y confianza suma hacia ella -manifestados explícitamente en numerosas ocasiones e implícitamente en el dolor que experimentaba por sus deficiencias-, con una exigencia continua y apremiantes, reclamándole fidelidad a si misma, al espíritu de su fundador, a sus gloriosas tradiciones y a las expectativas que él mismo, la jerarquía eclesiástica y muchos fieles tenían puestas en ella. Todo, expresado siempre de modo vibrante, afectuoso o dramático, con acentos de cierta demasía, y aderezado y reforzado con su inconfundible retórica. Fue él probablemente el papa que pretendió influir más profunda y decisivamente en la vida de la Compañía, en una relación intensa con ella, que llegó a complicarse peligrosamente. Es lo que este estudio trata de explorar e iluminar.