¿Quién puede decir que no es posible mejorar, ser mejor persona? Todos deseamos rodearnos de gente buena, que cumpla sus deberes y pueda ayudarnos en el momento oportuno. La persona buena es un tesoro, un descanso, un triunfo para la humanidad. Pero, ralamente ¿se puede mejorar? La experiencia dice que si. El autor analiza los cuatro principales hábitos que construyen la personalidad y reúnen los ideales del humanismo clásico: prudencia, justicia, fortaleza y templanza, considerados por el cristianismo como claves de la perfección humana. A continuación, describe las nuevas virtudes cristianas las virtudes teologales y los dones del Espíritu Santo. Como conclusión, ofrece un breve recorrido por las Bienaventuranzas, que ayudan a asemejarse a Jesucristo, perfecto Dios y perfecto hombre.