¿Tiene sentido todavía decir Dios? Depende de cómo lo digamos, desde dónde y para qué. Yo no me aferro a la palabra Dios, pero seguiré llamando también con este nombre al Misterio Innombrable, al Aliento que anima el universo desde las galaxias más lejanas al corazón inasible de las partículas atómicas. En una primera parte presentaré algunos criterios fundamentales para decir Dios entre la palabra y el silencio, más allá del significado, más allá de la necesidad de explicar y fundamentar la realidad, más allá de la religión. En la segunda parte recogeré los testimonios fundamentales (histórico, religiosos, filosóficos) sobre el origen y el ocaso de dios en nuestra cultura. En la tercer parte señalaré los camino recorridos por diversas tradiciones espirituales de todos los tiempos para trascender la representación de dios y afirmar el Misterio indecible de la realidad. En el cuarta parte, propondré la reinterpretación de algunas categorías centrales del cristianismo tradicional, unas simples metáforas para una nueva teología y parta un (¿posible?) nuevo cristianismo futuro.