La cristología que presenta Jesús Espeja es una reflexión creyente en y desde la historia. No habla de la divinidad de Cristo en un plano paralelo o un segundo piso respecto a la humanidad de aquel judío que se llamó Jesús de Nazaret. En los condicionamientos de esa historia, y sin salir de ella, el creyente cristiano ha confesado la presencia personal de Dios y ha intentado balbucir algo sobre la misma. Su reflexión ofrece la novedad evangélica de la encarnación; ya en este mundo se gesta la liberación de la humanidad y tiene lugar el encuentro con ese misterio inefable, amor, ¡Abba!, que a todo da vida y aliento. Una palabra esperanzada para la sociedad donde hombres y mujeres buscan porvenir no mirando al cielo, sino arañando en las entrañas de la tierra, y también para la Iglesia que cree de verdad en la encarnación y mira con amor a esta sociedad.