En sus cartas sobre las tres etapas de la vida espiritual y sobre el discernimiento de la oración, Yauseph ofrece a quien ingresa en el monasterio un «manual» para orientarse en el camino que deberá recorrer durante su nueva vida. Entonces este libro ¿es únicamente para los monjes? En el Oriente cristiano el monje no es visto como alguien puesto aparte y al margen del mundo, sino como aquel que ha alcanzado la cumbre de la vida bautismal y sirve de referencia y modelo a todos. Es en la cima donde las distintas vocaciones se descubren iguales en dignidad y se intercambian: el virgen llega a serlo en plenitud si lo es esponsalmente, y el esposo encuentra reflejada en el monje la integridad a la que está llamado; el eremita redescubre en el laico su comunión con el mundo, el laico en el consagrado su vocación a un sacerdocio interiorizado, y el sacerdote en el laico su servicio al mundo y a la cultura. En este sentido, un libro que no es de hoy puede convertirse precisamente en un libro para hoy. Porque el solitario al que se dirige Yauseph somos cada uno de nosotros. Yauseph Hazzaya, monje y místico siríaco, vivió en el siglo VIII. Su obra se inscribe en la tradición de Evagrio Póntico, Juan de Apamea e Isaac de Nínive.