El hombre es, por esencia, "homo viator": la búsqueda de sí mismo: desea realizarse en todas sus dimensiones, no sólo en su alma, sino en toda su unidad radical cuerpo-alma. Y desea superar todas las alienaciones que le afligen: el dolor, la frustración, el odio, el pecado, la muerte... "¿Quién me librará de este cuerpo que me lleva a la muerte?" El hombre quiere plenitud y vida eterna, y sueña con aquello del Apocalipsis: "Ya no existirá la muerte, ni el luto, ni el llanto, ni el cansancio, porque todo eso ya pasó". Preguntas y anhelos radicales sobre el futuro. Y la constatación dura de la muerte que pone barreras a todas las utopías. ¿Qué respuesta aportan Cristo y el cristianismo a estos anhelos y a esta barrera de la muerte?