El subtítulo del libro expresa claramente el lazo que los une: Teología al servicio del pueblo de Dios. En efecto, los temas tratados, incluso aquellos que a primera vista parecen más teóricos, giran siempre en torno a cuestiones que preocupan a los creyentes actuales. La autora los distribuye en cuatro grandes apartados temáticos: 1) Tipos de fe que conviven en el actual mundo secularizado. 2) Dios creador y vivificante: formas antiguas y nuevas de hablar del misterio divino. 3) La persona y la obra de Jesús. 4) Cuestiones más directamente relacionadas con la concepción de la Iglesia como pueblo de Dios. Al desarrollar cada uno de los temas, la autora compagina pensamiento crítico –por ejemplo, al denunciar el patriarcado de las estructuras de la Iglesia– con una actitud de sincera adhesión a la fe cristiana. Su utilización de las fuentes –textos del Antiguo y del Nuevo Testamento y testimonios de la tradición cristiana– es directa, evita el exceso de sutilezas mentales y busca sobre todo la recuperación del sentido religioso y humano de los conceptos teológicos analizados. Basándose en estas fuentes defiende la legitimidad e incluso la conveniencia de los símbolos femeninos para hablar del Dios vivo y misericordioso revelado en la Biblia, valora positivamente la investigación sobre el Jesús histórico, indaga el alcance de la antigua expresión «comunión de los santos» y propone dar más peso a los datos del Nuevo Testamento a fin de crear un nuevo marco para la mariología católica. Hay tres temas que la autora trata con especial predilección: la necesidad de que la teología tome en serio la ecología y se interese por el futuro de la vida en la Tierra, la defensa de la igualdad de las mujeres en la comunidad de discípulos que es la Iglesia, y la teología de la liberación con su opción preferencial por los pobres –entre los cuales los más vulnerables son las mujeres y los niños–.