Galilea en el siglo I era un país muy rico, con una agricultura pujante, una industria desarrollada y un comercio especialmente floreciente. En los años precedieron a la vida pública de Jesús, se estaban construyendo sucesivamente dos grandes urbes, Sepphoris y tiberias, en cuyos trabajos probablemente él se vio implicado por razones profesionales. El autor, que sistemáticamente huye de toda fantasía, desde su conocimiento a fondo de la realidad histórica y arqueológica del país insistente a lo largo de esta obra en el alto grado de helenización de Galilea, proceso cultural en el que se ve envuelto el propio Jesús. Sin embargo, su misión se va a centrar no en las grandes, sino en las pequeñas ciudades y en las aldeas, en donde predominaba el elemento judío, debido particularmente a la constante inmigración de Judíos procedentes del sur de Palestina, a una de cuyas familias pertenecía el propio Jesús.